22 DE MARZO: Día Mundial
del Agua
El Día Mundial del Agua se celebra
anualmente el 22 de marzo, por iniciativa de las Naciones Unidas, como un medio
de llamar la atención sobre la importancia del agua dulce y la defensa de la
gestión sostenible de los recursos de agua dulce.
Cada año, el Día Mundial del Agua destaca un
aspecto particular relacionado con el agua: En el 2014 relacionó la importancia
del agua y la energía. El 2015, trató sobre el agua y la seguridad alimentaria.
Este año 2016 considera, el agua y el empleo.
Todas las personas necesitan consumir
de 2 a 4 litros de agua al día. Pero se requieren de 2 000 a 5 000 litros de
agua para producir los alimentos diarios de cada persona. Para avanzar hacia
una alimentación más sostenible, se debería producir más alimentos utilizando
menos agua, reducir el desperdicio y las pérdidas.
En 1992 la Asamblea General de Naciones Unidas
estableció que el 22 de marzo de cada año se celebraría el Día Mundial del
Agua. El día del agua es una ocasión única para recordar que, aunque a veces no
valoramos un bien tan fundamental para nuestra vida, muchas personas en el
mundo no tienen acceso a la cantidad de agua potable necesaria para su
supervivencia.
Un bien escaso
En un mundo que está cubierto en sus dos
terceras partes por agua, puede parecer un contrasentido mencionar que el
difícil acceso al agua potable es la causa de enfermedades y pobreza para 1.500
millones de personas.
Sin embargo ésta es la realidad. El agua apta
para uso humano (dulce, potable y de fácil acceso) es una parte muy pequeña del
total y su escasez no se debe sólo a las condiciones naturales de
determinadas regiones, sino que tiene mucho que ver con el aumento de la
población, el despilfarro y la contaminación.
La situación es preocupante y muchos expertos
consideran la cuestión del agua como el desafío más importante que debe
afrontar la humanidad en el siglo XXI.
Además del agua para beber, la agricultura, la
industria, la higiene y la salud, la calidad ambiental, etc.; las posibilidades
de desarrollo de un territorio y su población dependen del agua, de su calidad
y de su consumo racional.
El valor del agua
A los estudiantes de economía, para distinguir
los conceptos de valor y precio, se les suele plantear la siguiente cuestión:
¿Cuál es el precio del agua? ¿Y su valor?:
Un estudiante despistado contestará que el
precio del agua es muy bajo, por lo tanto vale poco.
Un alumno más avispado responderá que su
precio es pequeño, sí, pero su valor es gigantesco: sin agua no hay vida.
En nuestro propio país, un territorio que se
caracteriza en su mayor parte por las escasas precipitaciones (especialmente en
verano), todavía es muy habitual el riego inundando completamente los cultivos, con el
desperdicio de agua que eso supone.
En una aldea de Kenia, un niño debe caminar
durante varias horas al día hasta el pozo más próximo para llevar a su familia
unos pocos litros de agua. Esta familia mide mucho cada cuenco de agua y se lo
piensa dos veces antes de consumirlo.
Seguramente el valor que atribuye al agua el
consumidor español o la familia keniana sea muy distinto. El relativo bajo
precio del agua en España hace que a veces no valoremos su importancia, tanto
para los seres humanos como para toda la naturaleza.
La calidad ambiental de nuestro entorno y del
planeta depende mucho del uso que todos hagamos del agua, de tratarla como lo
que es, fuente de vida.
Un dato para la reflexión
El consumo medio de agua por
habitante en un país industrializado, como los Estados Unidos es de cerca de
2000 m3, mientras que en un país en desarrollo como Níger es de 41 m3.
El agua y la cultura
Existen tantas maneras de considerar, utilizar
y conmemorar el agua como tradiciones culturales alrededor del mundo. El agua
se sitúa en el centro de numerosas religiones como un elemento sagrado y se
utiliza en diversos rituales y ceremonias.
Durante siglos, el agua ha sido también fuente
de inspiración para el arte, que la ha representado a través de la música, la
pintura, la literatura y el cine.
Cada región del mundo tiene su particular
forma de consagrar el agua, pero todas reconocen su valor y el lugar central
que ocupa en la vida humana. Las tradiciones culturales y los valores sociales
determinan la manera en que las poblaciones perciben y gestionan los recursos
hídricos en las distintas regiones del mundo.